Durante mis estudios del profesorado de literatura me fui acercando a Paulo Freire y su trabajo “Pedagogía del Oprimido”. Poco después cursando la Escuela Municipal de Arte Dramático conocí el Teatro del Oprimido, esto significó encontrar mi forma de vincularme con el mundo, atravesada por el arte y la pedagogía. Desde entonces he intentado aprender y aprehender más sobre él: leí, practiqué y gracias a Fondos Concursables del MEC de Uruguay en el 2007 pude realizar el intercambio con el CTO en Río.
¡Experiencia maravillosa!.
Entonces encontré una metáfora para explicar la importancia de conocer la práctica no solo la teoría de la metodología del Teatro del Oprimido. El TO es como nadar, te puedo explicar cómo debes hacer para flotar, cómo hundir un brazo y luego otro para avanzar en el agua, como patalear. Pero se comprende realmente cómo nadar en el agua.
Es enseñando que realmente se aprende…
Comencé en el 2004 a trabajar el TO con niños. Primero en una escuela de contexto socio-cultural crítico (como se dice por aquí), luego en la ONG El Abrojo en un proyecto socio-educativo para niños y niñas en situación de vulnerabilidad social. Allí empezamos a utilizar primero el TO como herramienta en actividades recreativas y en la resolución de conflictos, poco a poco lo fui incorporando como práctica regular. Así luego de mi experiencia en el CTO Rio, en el 2008 y 2009 realicé talleres de Teatro y Estética del Oprimido con niños y adolescentes de entre 5 y 13 años.
¿Por qué trabajar el TO con niños?
Como el propio Boal explica el TO es un ensayo para la vida social. Los juegos que forman el arsenal del TO poseen dos características formidables para el trabajo con niños, aprendizaje de reglas y libertad para jugarlas. Todo juego tiene reglas que deben ser cumplidas, así como la sociedad tiene reglas para que podamos convivir dentro de ella. Pero a la vez en el juego soy libre de poder inventar, lo que me enseña que no debo integrarme a la sociedad como una pieza en una máquina sino como un ser crítico, capaz de reinventar lo que no es justo.
Los niños y niñas son seres críticos, que visualizan y entienden lo que los rodea; pero tendemos a creer que ser críticos es “cosa de grandes”. Vivimos en una sociedad en la cual el discurso legítimo es el discurso adulto, y podemos precisar más aún, adultos preferentemente hombres; y más selectivo todavía, preferentemente adultos hombres de clase alta.
Los niños que participaban del taller muchas veces eran definidos como… “un inadaptado que no reconoce normas, un caso perdido”…para nosotros esa “inadaptación” era su forma de mostrar la fuerte impotencia frente a las desigualdades sociales que les rompían la cara. Quizás algunos pueden bajar la mirada, aceptar esto como lo que les tocó en suerte; pero no los niños que pelean día a día contra las injusticias que los rodean, que pelean sin herramientas, que muchas veces realizan una pelea autodestructiva.
El TO se transformó en un arma que tuvieron para ver más allá de lo que ven usualmente, para poder decir más allá de lo que les permiten decir.
Algunas historias de opresión…
Una niña quiere ir a la escuela pero debe ir a pedir monedas a la puerta de un comercio, mientras su madre se queda cuidando la casa y a la bebé.
La niña-actriz que representaba el papel de madre era protagonista de esta historia en la vida real, su madre asistió a la obra desde la platea; pudo verse actuando…
Otra niña quiere salir a jugar con sus amigos pero debe cuidar a su hermano menor, limpiar la casa y cocinar, mientras su padre trabaja…plantea que ayudar en su casa sí pero se siente esclavizada, no tiene tiempo para ser niña.
Un niño de 9 años fue llevado a declarar al juzgado bajo la acusación de haber amenazado a un compañero con un cuchillo. La Directora de la escuela defendió al niño que era acusado injustamente por una madre que estaba harta que este niño se peleara con el suyo, estaba harta que fuera hermano de “ladrones”, que estuviera sucio y que esta mugre se acercara a su pulcro hijo… Acompañé al niño al juzgado, al otro día en el taller de teatro, dice que quiere que actuemos su historia, “ayer fui oprimido”.
¿Es suficiente con esto?
No; no alcanza para modificar el lugar de opresión en el que se encuentran tantos niños y niñas en nuestras ciudades, algunos oprimidos por su familia, por la escuela, por nuestras miradas despreciativas, por nuestras miradas de miedo… Sin lugar en la sociedad les queda tomar el lugar que les dejamos libre, el de “ladrones, drogadictos, perdidos”…y así esos lugares quedan bien lejos de nosotros, bajo algún puente por el que no pasamos caminando ¡es muy peligroso!
No es suficiente con el TO, se necesitan cambios estructurales en los estados…
Sin embargo es darles herramientas, con las cuales puedan construir otra subjetividad. Una subjetividad que los posiciona como actores protagonistas desde un lugar positivo, el lugar de la creación; que les permiten construir otra objetividad, una mirada crítica sobre la sociedad, en donde se posicionan como oprimidos y reconocer ese lugar, extrañarse frente a esto y no tomarlo como lo naturalmente pre establecido es empezar un camino.
Junto con el TO se precisan de muchos otros elementos, de tantos otros actores sociales, y es precisamente con el TO, realizando obras que den cuenta de estas situaciones que podemos movilizar a esos otros actores, que podemos quitarlos del cómodo sillón para que los niños y niñas puedan decir “acá estamos, sabemos que no es justo lo que nos está tocando enfrentar, sabemos que somos oprimidos y buscamos alternativas”, necesitan de todos para encontrarlas, esa es la búsqueda del Teatro Foro.
Querida Sabrina: muy acertada tu mirada sobre transformar la subjetividad para construir una nueva objetividad. qué bueno saber de vos! un abrazo, Carolina desde Buenos Aires
ResponderEliminarCaro, muchas gracias por tu comentario. Espero vernos pronto en algún encuentro. Abrazo grande.
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